Las lesiones agudas son aquellas que ocurren de forma repentina y abrupta. En general, son el resultado de un evento traumático o de un accidente (Liebert, 2021).
Se diferencian de las lesiones crónicas en el tiempo de desarrollo. Estas últimas aparecen de modo gradual. A veces, por el uso repetitivo, por el desgaste de los tejidos, por una sobrecarga muscular o por condiciones médicas subyacentes (NIAMSD, 2021a).
¿Cuáles son las lesiones agudas más frecuentes?
Si bien varían de acuerdo a la circunstancia y a la edad, hay situaciones en las que son más habituales. Muchas madres saben, por ejemplo, que sus hijos sufren lesiones en el fútbol con relativa frecuencia. Y ello se puede decir de la mayoría de los deportes (NIAMSD, 2021a).
En concreto, las más comunes son las siguientes (Goes et al., 2020; Clínica Cleveland, 2021):
Esguinces: son lesiones articulares que ocurren cuando los ligamentos se estiran más allá de su capacidad.
Luxaciones: ocurren por el desplazamiento anormal de algunas partes de una articulación.
Desgarros: estas son lesiones musculares. El tejido de los músculos se rompe ante un estiramiento excesivo.
Fracturas: son lesiones óseas. Un hueso se rompe por fuerzas traumáticas.
Contusiones: resultan de la acumulación de sangre debajo de la piel, debido a un golpe.
Laceraciones: son cortes en la piel que pueden variar en su gravedad. Van desde escoriaciones hasta heridas abiertas.
¿Cuáles son los síntomas?
Para identificar las lesiones agudas es importante prestar atención a los siguientes signos y síntomas (NIAMSD, 2021a):
Dolor repentino e intenso: esguinces, fracturas y desgarros duelen mucho desde el primer momento.
Inflamación: suele ocurrir alrededor del área afectada, debido a la acumulación de líquido.
Deformidad: en el caso de fracturas o luxaciones, puede haber una desalineación evidente de los huesos.
Inmovilidad: el dolor y la inflamación ocasionan dificultades para movilizarse. En las fracturas, por ejemplo, la inmovilidad será casi total, mientras que algunos esguinces permiten mantener cierta flexibilidad.
Cambios en el color de la piel: contusiones y laceraciones suelen tener hematomas. Primero, son morados, se vuelven azules y terminan amarillos.
¿Qué hacer ante las lesiones agudas?
Ante la sospecha de una lesión aguda, hay que seguir algunos pasos para minimizar los daños y evaluar la gravedad. Lo primero es la seguridad del entorno, para que no haya una nueva lesión. Y tras aplicar las medidas iniciales, se debe programar una consulta médica (NIAMSD, 2021b).
En caso de esguinces, desgarros o contusiones, aplican los mismos cuidados (Liebert, 2021):
Enfriar: puedes utilizar hielo o un gel congelado envuelto en un paño.
Comprimir: con una venda elástica para reducir la hinchazón y el dolor inicial.
Elevar: trata de levantar la zona afectada por encima del nivel del corazón para reducir la inflamación.
Las laceraciones son lesiones agudas que podrán abordarse con distintos tipos de curaciones. Requieren una limpieza profunda con agua corriente. Luego, se deben cubrir con un apósito o gasa estéril para prevenir las infecciones (Baron et al., 2020).
Por su parte, fracturas y luxaciones son situaciones más graves que requieren atención médica desde el inicio. El miembro afectado debería inmovilizarse y sería pertinente llamar a un servicio de emergencias en el momento (Clínica Mayo, 2022ab).
Muchas lesiones agudas no serán más que un susto momentáneo. De todas maneras, hay que prestar atención a su evolución y no demorar la evaluación con el médico.
